-Que al final no llego al 8M Mary ¡Qué buen café hemos disfrutado!
-Te equivocas, has llegado al 8M,
allí está la casa donde vivo ¿Dónde vas tú?
-A la RESIDENCIA “Gabriela Mistral”. Allí tengo una amiga con la que solía coincidir en encuentros de poesía, suelo hablar con ella a través del móvil y está desesperada. Desde que empezó la pandemia no ha podido salir de la habitación. Ella piensa que está en una cárcel. Menos mal que ya la han vacunado y puede recibir visitas.
-Allí tiene a su madre la señora Elia, se veían y hablaban a través de la ventana, todo muy surrealista. Lo bueno que en esta residencia no ha habido un solo caso de coronavirus.
-Cómo se van a contagiar si
llevan un año cada uno en sus habitaciones. Tiene que ser durísimo, hay que
vivirlo para saber lo que es.
-Pero siguen vivos, en la vida
primero hay que sobrevivir, para luego vivir.
-Voy para allá, encantado de conocerte, déjame tu móvil, y a ver si quedamos para otro café.
-Al final del 8M está la
residencia, la vas a distinguir, tiene un color azul celestial precioso…
Al llegar pregunte por Josefina.
Después de dar todos sus datos a un cura muy agradable salió mi amiga muy deteriorada.
-¿Qué tal poeta?
-Ahí vamos, seguimos vivos.
-A mí esto me ha matado,
confinada un año.
-¿Has escrito algo?
-Nada, bloqueada, desesperada, hasta una noche me tome el bote de pastillas, y al tenerme que hacer un lavado de estómago, fue el único momento que salí de aquí.
-No pienses en lo que ha sido este año, piensa en lo que está por venir, estás vacunada y a salvo de un bicho que nos ha herido, pero seguimos vivos, pero que muy vivos.
-No soy la misma, ni seré la que fui.
-Sigues siendo maestra y poetisa.
Le puse un papel y un boli. Nos
quedamos pensando a cerca de ese tiempo en que la poesía estuvo a punto de morir en nuestros corazones, en nosotros.
Conocí la prisión,
la celda,
fui poetisa,
se acabaron las letras.
-Josefina, que bien, volver a leerte. Pronto volverás a recitar verso a verso….
Conocí la muerte en vida,
hoy la poesía
me ha hecho recobrar la vida.
Hoy, 9M, después de una biopsia, Josefina sabe que tiene un cáncer terminal.
-Doctora, no quiero tratamiento,
quimio, ni más hospitales. Me quede mucho o poco, quiero vivir lo que me queda
de camino, eso sí, sin dolor.
No hay vida,
ni poesía,
Lo que nos quede,
amémonos,
sin dolor.