Cualquier cosa por muy buena que sea en exceso es mala…
Cuando se abusa de algo, de
alguien, al final lo terminamos pagando.
El otro día me comentaban que a un amigo lo habían tenido que socorrer de urgencia a vida o muerte en la A3 de camino a la playa, y que ahora no podía moverse, respirar, coger ningún peso o realizar ninguna actividad.
-¿Cómo le ha podido pasar? Dos metros, un físico perfecto, deseado y conquistado por las mujeres más hermosas del mundo, una vida profesional solucionada.
-Se metía demasiadas hormonas,
nandrolona… Con su naturaleza con menos le hubiera bastado.
-No creo que lo que dices tenga
que ver con lo que le ha pasado.
-Con estas hormonas lo mismo que
los músculos crecen, lo puede hacer un tumor, lo puede hacer otro órgano.
El culto al cuerpo, a la belleza
hace que nos tomemos o metamos de todo.
Incluso mujeres que se operan,
operan y vuelven a operar en pos de un canon de belleza que resulta
antinatural.
Yo me acuerdo en mis tres años en Inglaterra donde a nivel físico era una mole, trabajando en fábricas y almacenes, compitiendo al fútbol y rugby a un alto nivel, bebiendo como cosacos y disfrutando de esas noches degeneradas del norte de Inglaterra…
Era consciente de que aquello era
temporal y lo exprimí al máximo. Al volver a España me tomé un año de descanso
para recuperar hígado, rodillas y espalda. Ya a mi edad, deporte y juerga por
supuesto, pero sin excesos, hay que dosificar si no nos queremos romper y
queremos estirar en el tiempo placeres que siempre no han gustado y nos seguirán gustando.
A nivel mental llegó un momento
que me ocurrió lo mismo. Puede ser tal el estrés, presión y convivir con
entornos nocivos para la mente, corazón y alma que es mejor tomarse un descanso
y comenzar de nuevo.
No es fácil que la mente rinda
como antes, que el corazón siga haciéndose más grande o recomponer un alma
rota.
Pero uno se conoce y sabe
incentivar la mente, el corazón se hace selectivo y el alma se hace más y más libre.
No es bueno estar con quien nos cause dolor, con quien nos exprima, con quien abuse de nuestra generosidad. No es bueno abusar de nadie, ni que nadie abuse de nosotros, todo tiene un límite.
Uno no puede cambiar el mundo, ni
ser un Quijote con ese sentido de la justicia que le hace luchar contra
gigantes, maltratadores o malhechores…
Bastante tiene uno con decir al pan pan y al vino vino en un mundo tan hipócrita… De más tiene uno con que no abusen de él y que le dejen vivir su vida.
Todo tiene un límite: el cuerpo,
la mente, el alma. Muchos mueren porque ya no aguantan más, mientras otros
viven con muertos bajo sus espaldas.