NO HAY

Viajando por el norte de Madrid, de repente, me encontré con una cola de gente… ¿Cuántas personas?¿En búsqueda de qué?

De COMIDA, en un comedor social donde se agolpaban abuelos, embarazadas, niños…

-No van a dejar pasar a tus niños. No está permitido.

-El otro día me dejaron.

En una terraza próxima, pese a que Madrid estaba bajo cero, me disponía a escribir y tomar esa cerveza que suele acompañar a mis letras. Como se me helaban las manos pensé en regresar al interior del bar, cuando salió en ese momento un tío aún más raro que yo

Un viejo legionario barbudo, con su muleta en las que se apoyaban heridas de tantas y tantas batallas.

Días antes había visto la película Mientras dure la guerra, y se me venía a la memoria el personaje y carácter de Millán-Astray, interpretado de manera magistral por Eduard Fernández.

Comenzó a hablar por el móvil con un amigo, con esa voz tan potente y clara.

-Vengo de la trabajadora social y le he dicho que me quite de su lista, que no hace nada por mí y no tengo donde caerme muerto. Y eso que yo he hecho más por España que ella y todos aquellos emigrantes a los que dan tantas y tantas ayudas. Estoy pensando prenderla fuego, pues ayuda a todos menos a mí.

Cuanto admiro en estos días a los trabajadores sociales en los que tantos encomiendan el milagro de la supervivencia.

Y a veces no se puede complacer a todo el mundo, pues todos queremos más… De repente salta el legionario.

-Me cago en sus muertos, aunque sea de mi familia.

Entonces me enteré que el legionario hablaba con su abogado.

-Se creen que el cojo es tonto, tengo un sobrino, un podemita, que se las da de listo, y es de los que quiere vivir el cuento. A este lo quería ver yo en la legión.

Hacia tanto frío, y tanto aire polar, que se le voló el café.

-Esto es una mierda, todo está subiendo tanto, que ni puedo comer fuera. Antes iba de menú del día por 9 euros que ahora cuesta 12, y vengo a tomar un café y se lo lleva el aire ¡Me cago en Dios! Vengo del comedor social y no dan abasto, así no puedo seguir.

Era el menor de siete hermanos en esa posguerra maldita donde había tanta necesidad y hambre. Y como ya no podían cuidar de él lo dieron a un orfanato.

-Mira bien lo de la herencia, mis hermanos me están jodiendo. Mis padres tenían millones.

Pensaba entre mí: ¡Qué mentes! ¡Cuántas ensoñaciones!

-Como vine de rebote me mandaron al orfanato, menos mal que me escapé con 9 años. Siempre solo, siempre abandonado. Mi familia fue la legión. Mira bien a ver si puedo sacar algo del tiempo que pase en África. Aunque para eso seguro que no hay ayudas.

Recibió una contestación fatal de la que él salió rebotado.

-No me hables de la trabajadora social, que a esa le estoy preparando una buena. Hasta me han buscado residencia y yo antes que a una residencia, vivo en la calle.

Volvió a insistir en que la iba a quemar viva. Estaba tan encendido nuestro personaje.

-No me hables tú tampoco de residencias. Como quieres que te diga que no. Fui a ver el otro día a Carmen, y totalmente drogada. En las residencias tienen a todos drogados, así les dan menos trabajo, en una residencia nunca.

Hay personas que nunca podrían estar en una residencia, es mayor la disciplina en estos centros que en la legión, y hay más drogas o fármacos en una residencia que en la  legión.

-Mírame bien todo, que con lo que han subido los precios no puedo vivir. Lo que no sé es como sigo vivo, el estar aquí es un milagro.

Este legionario salió, despotricando de todo, a saltos de canguro hacía su próxima parada.

Este escritor congelado, al que le temblaban las manos, se pasó dentro del bar.

-Ponme un café con leche caliente. Hoy no es día de cervezas.

Empezó a reír una mulata.

-Te pasa como a mí, no aguantas el frío.

-Lo aguanto bien, pero hace de más…

-Ponme otro café calentito, que no sabes lo estresada que estoy.

Sonia, es una médica caribeña, la cual es la que sale más tarde del ambulatorio, no sé si será por el tiempo que dedica a sus pacientes o porque es una virtuosa de la palabra y disfruta charloteando.

Habla de todo y sabe de todo.

Pidió el menú del día y compartí mesa con ella.

-Eso que “NO HAY”, hay, pero más caro.

Es la leche el poder compartir mesa con esta chica, mientras comentaba la experiencia en su país.

Yo además de doctora, en mi país hacia muchas cosas, teníamos la familia un bar, pero también un almacén.

-¿De qué país eres?

-Allí la inflación es tremenda, por lo que lo que tenía lo gastaba todo, compraba y luego lo vendía. Mi bar era un mercado.

-Pero con el sueldo de médica no te haría falta.

-Que equivocados estáis. En Estados Unidos un médico es millonario, pero en Latinoamérica todo es distinto, es un mundo diferente.

-Ha comenzado la guerra de Ucrania y no para de subir todo.

-No creas todo lo que nos dicen. Sólo conozco la industria farmacéutica, pero estamos en manos de unos cuanto oligopolios que manejan los precios y el dinero, y con ellos nos convertimos en sus títeres.

La llaman, y ella es generosa, habla de enviar dinero a su familia.

-No te quejes, España es jauja.

¡Qué graciosa y espontanea!

-Te pongo como ejemplo el café, el dinero no se lo lleva quien produce, sino el mercado de materias primas y futuros que está en Nueva York.

-Pero el incremento del precio de materias primas le viene muy bien a Latinoamérica.

Qué ingenuo! Industria armamentística, tecnológicas, farmacéuticas, petroleras o energéticas controlan el mundo.

-Se te olvida la banca y esos fondos de inversión o grandes fortunas que lo compran todo.

-¡Ay! Somos hormigas y cuando deseen nos podrán pisar.

-¿Entonces que pintamos en este mundo?

-Yo intento curar…

¡Benditos los que nos curan y nos quitan el dolor! ¡Benditos esos corazones que nos contagian de alegría y entusiasmo!

NO SON TIEMPOS PARA LA LÍRICA

Estoy en una terraza y oigo a unos chavales decir en referencia a Trump, comentario que puede ser extensible a muchos mandatarios: “El obje...