Cuando te aprecian de verdad, de
corazón, ahí quieres estar.
Cuantos más desprecios acumulas,
más agradeces esas muestras de aprecio.
Cuanto más solo te sientes más agradeces esa ayuda, esa mano, esas enseñanzas, ese empujón que te hace falta…¡Gracias!
Entré en una empresa que era un
nido de buitres, donde sólo conocí a uno bueno… Una de esas personas
especiales, con síndrome de Down, cuya pureza y afectividad han marcado y
llenado nuestras vidas.
Ramón pasaba repartiendo el correo y nos tomábamos un café ¡Qué buenos momentos!
Después de una semana vi que no encajaba en aquel lugar, y le comenté a mi amigo que abandonaba el barco, que
me iba.
Ese mismo día mi compañero del
alma, una vez concluido su trabajo, lo antes que pudo vino a ayudarme.
Aún nos seguimos tomando ese
café. Y cuando acaba siempre viene a ayudarme para que no me vaya.
En un nido e buitres, en un Sodoma
y Gomorra, en un yo, yo y yo… Hay un hombre bueno, que me aprecia y disfruta de
mi compañía.
Es un regalo en esta vida el aprecio de un verdadero amigo en un mundo de egoísmo, desprecio y menosprecio.
¡Gracias a mis compañeros del alma, compañeros! ¡Gracias por vuestro aprecio!