-Papa, toca levantarse, son casi la una.
-Grego, se ha ido la luz en España.
Pero no era una tontería, sino una realidad lo que había
oído el fenómeno en esa radio que le acompaña todas las mañanas.
12.33.16 horas del día 28 de Abril del 2025 apagón en toda la península ibérica.
-¿Y qué hacemos si no hay luz?
-Pues no me levanto…
Pero la vida sigue, y me tumbe en la cama de al lado de mi
padre y escuchamos la radio, no dando crédito a lo que estaba pasando.
Llamó mi tío Boni a mi madre diciendo que no había luz.
-Aquí tampoco.
-Pues hay que decírselo a Juanma, alcalde y ángel de pueblo,
para que esté al tanto…
-No hace faltas que le digas nada, ha escuchado José que se
ha ido la luz en todo el país.
Cualquier cosa que pase en el mundo la culpa es de Putin o
Trump, y de todo lo que pase en España la culpa la tiene Sánchez, y eso que hay
muchos en España, pero solo se habla de uno, o dos, contando con su hermano.
Pasaba Pili por la calle y mi madre la avisaba de lo sucedido.
-Nunca ha pasado, qué extraño.
-Voy a avisar a Miguel Ángel, que estaba preocupado.
Miguel Ángel, alías “Magdalena”, tiene una fábrica de deliciosos dulces, y no
daba crédito a lo que pasaba y rescató la radio de su padre.
Como madruga mucho, ya lo tenía casi hecho todo y nos tomamos
unas latas de cerveza charlando sobre lo acontecido.
-Si ya avisaban de un kit de supervivencia.
-Ha habido un sabotaje, las cosas no ocurren por casualidad.
-No sabremos la verdad nunca, mira lo de Kennedy.
-El mundo lo mueve el dinero, y habrá que mirar quien se ha
beneficiado de ello, mira lo de Enron en California.
-Le echarán la culpa al más pardillo antes de decir que han
sido rusos, israelís o quien sabe y meternos en una guerra.
Recordé una entrevista a Lorenzo Silva la noche anterior donde afirmaba que en cualquier cosa que pase lo primero que se busca es a un culpable… ¿Quién es el culpable del apagón?
La comida y cena fue en el patio rescatando la barbacoa de
gas… ¡Qué gusto!
En un pueblo de La Mancha de la España vaciada ese día había
mucha vida, pues muchos no trabajaban, vivían. No funcionaban la
telecomunicaciones y la gente interactuaban unos con otros.
Se volvían a formar esos corrillos en las calles y lugares
públicos, en el parque volvían los padres a jugar con sus hijos ajenos a
trabajo, móviles o televisión… Pues no funcionaba nada.
Cuando de repente apareció el flautista de Hamelin que hipnotizó
a nuestros niños.
Es la persona que se encarga de evitar la sobrepoblación de
palomas que causen problemas en pueblos, aeropuertos, casas, edificios…
Sacó sus halcones y los niños se los ponían en sus manos,
hombros… ¡Cuanta curiosidad por lo nuevo, lo diferente, lo natural, lo
distinto!... Y más en nuestros niños, que son el futuro del pueblo.
Le preguntamos a Gonzalo, que trabaja en Iberdrola…
-¿Cuándo va a venir la luz?
-Estoy esperando a que me llamen, para que vuelvan a estar operativas las estaciones elécticas.
El corazón de Gonza ilumina más que cualquier estación, más
que el sol, a nuestro pueblo.
A posteriori todos hemos visto imágenes en España donde se
vuelve a recuperar la vida en la calle, con parloteo, música, buen rollo,
civismo… Todas estas cosas que han sido suplantadas por la tecnología.
Incluso ya de vuelta a Madrid y volver al bar donde suelo ira tomar café, Vicente me comentaba que había sido un gran día, más negocio que nunca y han aguantado las neveras.
-¡Cómo nadie trabajaba, nadie tenía nada que hacer y no
funcionaba nada!... Pues todos al bar.
Pero también es una tragedia para enfermos que necesitan ir
al hospital, para los que les ha pillado en un atasco o atrapados en medios de transporte o
aquellos afectados en su trabajo, pues no funciona la electricidad y hay cosas
que se retrasan o datos e informaciones que se pierden.
Pero lo que más me duele son los fallecidos en España causados
por el apagón, haciendo mención a aquella persona que murió en Galicia por que
no le funcionó el respirador y que padecía de ELA, o a mi vecina carabanchelera
de la Calle Clara Campoamor que una vela acabo calcinando su vida.
Volvimos a cenar en el patio ese asado antes de que se
hiciera de noche y como llegaron mis tíos, se unieron a la velada y compartimos
mesa y risas.
Como no había televisión escuchamos la radio en silencio, además
de hablar, hablar y hablar en la oscuridad.
Hicimos silencio para escuchar a Sánchez, eso que no dijo
nada ¿Qué iba a decir?
Alumbré a mis padres con una linterna para que se pudieran acostar. Les di un beso y me gritaban:
-Llévate la linterna.
-No la necesito, amo la oscuridad.
Mientras estaba en la cama escuchando la radio, vino la luz a las doce y diez en Pozorrubio de Santiago.
Fui a la habitación de mis padres.
-Ha vuelto la luz, tranquilos, hemos vuelta a la normalidad.