“TU NO TOCAS LA GUITARRA”.
Un buen día me dio por que quería
aprender a tocar la guitarra. Saqué la guitarra de mi madre del baúl de los
recuerdos y me apunté a un curso. Mi amigo Angelito me regaló las cuerdas,
siempre recordaré aquel regalo, y más tratándose de un guitarrista de su
categoría…
Comencé el curso, y no me
enteraba de nada, no distinguía sonidos, no me salía ninguna nota ni por
casualidad… Fui con la guitarra y le dije a mi abuelo, músico profesional:
“ENSÉÑEME”… Le cambió la cara, y en un tono muy triste me lo dijo claro: “Tú no
tocas la guitarra….”.
Y tenía razón, mis manos y dedos
parecen una raqueta para un instrumento tan sutil, mi oído es tan tosco que no
diferencia el DO del RE y mi forma de ser no tiene nada que ver con esa
exquisitez, perseverancia y concentración que tienen los MÚSICOS.
Un músico sabe quién puede ser un
músico, y mi abuelo era un músico de primera… JOSÉ “CARRACA”….
En la vida hay que probar y hacer
cosas distintas, incluso es bueno hacer cosas para la que somos un desastre.
Incluso, por momentos nos esforzamos más para intentar estar a la altura de los
otros.
O tiraba la guitarra por el
balcón o me tiraba yo… Después de un mes no logré ni dar, ni identificar una
nota….
Pero el intentarlo me hizo
valorar mucho más a los músicos, su esfuerzo y tesón… Todos deberíamos intentar
hacer otras muchas cosas para ponernos en el lugar del otro y valorarlo mucho
más.
Quizás, el ser mal informático me
ayudó a ser mejor poeta y estructurar mejor esos versos por los que tanta
pasión tengo, y con los que intento llegar al ABSOLUTO.
Quizás el haber sido dueño de
tantos números y saber manejarlos me ayude a comprender, sentir y disfrutar más
de mis queridas letras.
Quizás el estrés, los demonios y
el sufrimiento me hacen valorar más la tranquilidad, los ángeles y el hacer lo que quiero.