"Si hay que maltratar los datos se maltratan”. Es lo que oigo tomándome un café al lado del congreso de los diputados.
Me hace reflexionar sobre la
hipocresía de los números que vemos por todos los lados y que marcan nuestros
pasos, nuestras vidas.
Inflación, Euribor, contabilidades, parados, más y más. Hay tantas formas de maquillarlos o influir sobre ellos para que salga lo se quiere que salga.
Uno puede tener mucho pero deber
más.
Sabemos lo que es la inflación,
pero sabemos lo que ganamos y lo que han subido los precios de activos,
productos y servicios. Una prueba fue cuando España entró en el Euro las cien
pesetas se transformaron en un euro (166.386 pesetas), eran tiempos de Rato y
el milagro español, hoy tampoco me creo que vayamos como un cohete.
Sánchez hizo dimitir al director del Instituto Nacional de Estadística (INE) Juan Rodríguez Poo por discrepancias y nombró directora a Elena Manzanera Díaz que cambió toda la cúpula, y los datos terminaron saliendo, y aunque en el 2022 se duplicara precio de la gasolina, las patatas o el aceite de oliva, la inflación fue del 8,40%.
Todos sabemos cómo se revalúan
con el tiempo bienes inmuebles y como se devalúa el dinero ¿Por qué será?
Pero gracias a Dios, España está
en la Unión Europea, si no, hubiéramos acabado como Argentina, donde es tal la
inflación que las inversiones son en dólares y a funcionarios, pensionistas y
trabajadores cualificados les suben salarios de manera mensual referenciados a
la inflación, con lo que el poder adquisitivo de los argentinos sigue bajando… He aquí
el porqué de la llegada al poder de Milei, o motivado por la hiperinflación
alemana la llegada de Hitler.
Es una gran verdad que la inflación es el mayor de los impuestos para los pobres o clase media, provocando guerras o la llegada de monstruos elegidos por quien perdía su poder adquisitivo y bienestar.
¿Somos nosotros también datos a los que manipulan? ¿Clientes a los que quieren comprar el voto? ¿Todo fin
justifica los medios?
Nos engañan con los números,
cuando estos no deberían engañar.
No me fio de los datos, salgo a
la calle y se cuál es la realidad, soy yo quien va a comprar.
Y aunque estemos en un mundo de
hipocresía, postureo y del más y más… Serán los números los que siempre matarán.