¿Colas para coronar el Everest? Un lugar tan bello cuando está tan masificado de gente pierde su encanto.
Hay gente para todo, y hay quien
viene a pasar a Madrid un día en Navidad, y se pasa la mitad de su día, 4 o 5
horas haciendo cola para comprar un décimo de lotería donde Doña Manolita.
Acabo de salir de mi casa y veo una cola inmensa… Siempre me pregunto… ¿Por qué esta cola?... Es la de un local de una granja ecológica donde dispensan huevos.
En verdad que mejor que a la
gente que le dé por comprar huevos ecológicos que por otras cosas…
También hay colas por ocio o
compras, en persona o por internet… A ver si sale esto, y al segundo de salir,
miles o millones intentando coger esas entradas de conciertos, partidos o
viajes de ensueño.
Las colas, las masas, las modas,
ese culo veo culo quiero…
Ortega y Gasset, La rebelión de
las masas: “Masa es todo aquel que no se valora a sí mismo –en bien o en mal-
por razones especiales, sino que se siente “como todo el mundo”, y, sin
embargo, no se angustia, se siente a salvo al saberse idéntico a los demás”.
Pero la colas que más me impactan son las colas del hambre, en comedores sociales o entidades que reparten comida.
Yo estaba en una asociación donde
voluntarios hacíamos compañía y compartíamos café y comida con personas sin hogar.
En aquellos tiempos, años 90 y
principios del siglo XXI, íbamos en su búsqueda pues eran contados y sabíamos el
lugar de nuestros amigos callejeros…
Estando con una amiga el otro día, antes de empezar los voluntarios a repartir
comida se formó una cola inmensa a la espera de esa ayuda salvadora. ¡Cuánta
desesperación! ¡Cuánta necesidad!
Unos haciendo colas para
consumir, otros para sobrevivir… C’est
la vie.